En un caluroso día del 15 de septiembre de 1927, en la ruidosa Colonia el Mariachi de Hermosillo, Sonora, nació un niño que cambiaría el destino de muchos con sus puños y su indomable espíritu. Su nombre verdadero era Jesús Porfirio López García, pero el destino le tenía reservado un apodo que resonaría en los corazones de la gente: Pauli
En un caluroso día del 15 de septiembre de 1927, en la ruidosa Colonia el Mariachi de Hermosillo, Sonora, nació un niño que cambiaría el destino de muchos con sus puños y su indomable espíritu. Su nombre verdadero era Jesús Porfirio López García, pero el destino le tenía reservado un apodo que resonaría en los corazones de la gente: Paulino Montes, "el Menudero". Desde pequeño, Paulino era un niño bondadoso y generoso. Criado por Baldomero y Agustina, sus padres, supo desde muy joven lo que era trabajar para ayudar a su familia. Junto a sus hermanos, Baldomero y Gilda, se aventuraba por las calles de la ciudad, repartiendo el delicioso menudo que su madre preparaba con tanto cariño. Eran tiempos difíciles, donde la lucha y la risa convivían en un mismo espacio, y aunque la economía no siempre sonreía, la alegría nunca faltó en sus corazones infantiles.
La vivienda de este joven soñador cambió con frecuencia, pero la casa de su abuelita Virginia y el hogar de su madre siempre ofrecían un refugio cálido. Entre juegos y travesuras, Paulino exploraba el mundo que lo rodeaba, siempre lleno de energía. Sin embargo, era un niño inquieto, y sus travesuras pronto lo llevaron a un mundo más intenso: el boxeo.
Todo cambió un día cualquiera, cuando Paulino al ir de puerta en puerta ofreciendo el menudo de su madre, tocó la puerta de Óscar "Chapo" Romo, un conocido promotor de boxeo en la región. El hombre lo observó detenidamente, notando las manos grandes y huesudas del pequeño, como si supieran que estaban destinadas a más que simplemente serv
Todo cambió un día cualquiera, cuando Paulino al ir de puerta en puerta ofreciendo el menudo de su madre, tocó la puerta de Óscar "Chapo" Romo, un conocido promotor de boxeo en la región. El hombre lo observó detenidamente, notando las manos grandes y huesudas del pequeño, como si supieran que estaban destinadas a más que simplemente servir un platillo delicioso. ¿Te gusta el box? fue la pregunta que cambió su vida.
La respuesta de Paulino fue simple, pero llena de promesas: "Sí". En un gesto de generosidad, el Chapo le obsequió un boleto para una función de box esa misma noche. Para Paulino, era como recibir la llave de un nuevo mundo, un mundo donde podría canalizar su energía y su determinación, donde podría convertirse en algo más grande que un niño repartidor de menudo.
Al llegar la hora de la función, el ambiente estaba cargado de emoción. Los organizadores buscaban jóvenes para las peleas de “chiruza” que entretenían al publico entre los pleitos principales. La sorpresa fue mayúscula cuando vieron al menudero, dispuesto a subirse al cuadrilátero sin haber peleado antes. A pesar de su inexperiencia, el instinto boxístico de Jesús brillo en cada movimiento. La química entre él y el ring parecía mágica, un baile de agilidad y ritmo que dejó atónitos a los presentes.
Poco a poco, el joven comenzó a hacerse destacar entre los aficionados. Después de una serie de combates de “chiruza”, finalmente recibió su gran oportunidad: debutar como profesional contra un pugilista llamado Manolo Casanova. Solo tenía 13 años. Cuando esa noche se apagaron las luces del cuadrilátero, Oscar se reunió con su hermano Mig
Poco a poco, el joven comenzó a hacerse destacar entre los aficionados. Después de una serie de combates de “chiruza”, finalmente recibió su gran oportunidad: debutar como profesional contra un pugilista llamado Manolo Casanova. Solo tenía 13 años. Cuando esa noche se apagaron las luces del cuadrilátero, Oscar se reunió con su hermano Miguel y alzando la voz exclamó: -¡Este chamaco va a ser una estrella del boxeo!- Se dieron cuenta que el nombre de Jesús Porfirio López no lo llevaría lejos, así que comenzaron a buscar uno que resonara en el corazón de los fanáticos.
Tras discutir las diversas opciones, la chispa de la creatividad iluminó la mente de Oscar. Combinando el nombre de su padrino, Paulino Fontes, con el apellido de un boxeador que él conocía, Al Montes. De la fusión de esos dos nombres nació “Paulino Montes” “el Menudero”. Este apodo no solo lo identificaba como vendedor de menudo, sino que también se convertiría en un símbolo de orgullo sonorense y mexicano.
Con el nuevo nombre, Paulino Montes comenzó a recorrer los rincones de Mexico y más allá, llevando consigo la esencia de su hogar. Sería el primer sonorense en Pisar el emblemático Madison Square Garden de Nueva York el 18 de febrero de 1949, un momento que resonaría en la memoria colectiva de su estado y su país. De aquella infancia humilde, un nuevo héroe boxístico había surgido, demostrando que los sueños, cuando se persiguen con pasión y valentía, pueden transformarse en una gloriosa realidad.
Y así, entre puños y sueños, comenzó la historia de Paulino, un hombre que siempre llevo consigo la esencia de su hogar, pero que se atrevió a soñar en grande. Su trayectoria serviría de inspiración para muchos y su legado perduraría en el recuerdo de aquellos que creyeron en la fuerza de los sueños y la lucha incansable por lograr lo que uno ama.
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